Interview by Noé Loyola Music Futures is a series that centers individuals, projects, and communities focused on uprooting capitalism and colonialism from music by working to improve the material conditions of workers of the industry and fans. By learning from projects created by people of the global majority (BIPOC), women, queer and disability communities, we can conceive of better futures that are genuinely diverse and inclusive. [Interview in Español and English] ESPAÑOLEn esta ocasión, fue un gusto sentarme a conversar con Valentina Mejía, integrante del colectivo colombiano ECO. ECO es un colectivo feminista que opera de manera horizontal para reflexionar y atender las diferentes problemáticas en la escena de la música electrónica a través del estudio de los feminismos latinoamericanos, la creación de eventos y fiestas que priorizan el cuidado de los asistentes y la difusión de información sobre los problemas estructurales que se encuentran dentro de la fiesta. Esta entrevista es una ventana a nuevas y emocionantes formas de organizarse y solidarizarse en nuestras comunidades musicales. ¿Cómo fue que nació ECO? ¿Qué las motivó a comenzar este proyecto en 2020 durante la pandemia? Algunas de las integrantes de ECO ya eramos de un colectivo feminista que empezó en el 2017 que se llamaba Pez Alado. Entonces nosotras ya teníamos un campo y una experiencia en los ecosistemas electrónicos hablando de espacios seguros. Pero cuando empezó la pandemia comenzamos a habitar otros espacios un poco distintos y más que todo virtuales en donde seguimos teniendo estas discusiones, pero ya de otras maneras y articulándonos con otras personas. Lo que pasó fue que en medio de la pandemia, más o menos a sus inicios en Marzo 2020, vimos la necesidad de abrir un espacio en donde habláramos de las problemáticas y de situaciones puntuales de la industria y la escena electrónica. Pero desde una visión más multidimensional que tuviera en cuenta las visiones de personas diversas, no solamente mujeres, sino otras experiencias para hacer un análisis más profundo de las cosas. Nos dimos cuenta que en medio de la pandemia se dio este espacio para reflexionar y veíamos que muchas personas estaban haciendo paneles. Pero en general, eran los dueños de los clubes (mayormente hombres cis) que estaban usando estos espacios para hacer propuestas como "Les podemos devolver la plata de su entrada". Pero ese no es el problema de fondo del que estamos hablando ahorita. ECO nació porque varias de nosotras evidenciamos que había ese vacío y simplemente identificamos algunas compañeras con las que ya habíamos trabajado antes. Por ejemplo Julianna, ella antes estaba en un colectivo feminista. Su colectivo y Pez Alado ya habíamos trabajado juntos y coincidimos en este. Junto con otras integrantes que estaban en un chat de Discord, nos encontramos y así surgió ECO. Ha ido mutando, me parece que al igual que cualquier disciplina en proceso de aprendizaje y de desarrollo, vamos buscando nuevas cosas que investigar, que vamos a ir encontrando y nuevos horizontes. ¿Cómo operan ustedes como colectivo? ¿Qué están buscando ustedes como integrantes de este espacio? Hay que empezar porque ECO es algo horizontal. Nosotras tenemos un chat de WhatsApp en donde debatimos cualquier cosa que queramos que salga o cualquier situación extraordinaria. También tenemos reuniones mensuales o bimensuales en donde revisamos la agenda que nosotras tenemos. Y también esos puntos de la agenda nacen a partir de lo que nosotras acordamos al principio de ECO cuando decidimos que tomara forma como una plataforma de debate, de análisis y de proponer cosas diferentes: la autogestión y la interdependencia. ¿Cómo vamos a aplicar esas dos visiones y posturas, que diría yo son casi filosóficas, a lo que nos está rodeando? Todas nuestras decisiones no son como “la mayoría gana”, porque eso es un poco “democrático”. Creo que la democracia no funciona, lo hemos evidenciado. En cambio, si muchas estamos de acuerdo pero otra tiene otra postura, preguntamos "Pero, ¿por qué no te parece?". Lo comentamos y llegamos a un punto en el que todas nos sintamos en la misma página de lo que vamos a decir. Siento que es un punto muy a favor del colectivo que todas estamos en este camino del aprendizaje de nuestra vida a través del lente de la teoría feminista, de los feminismos. Eso nos permite tener muchos puntos de acuerdo, sobre todo en qué luchas y conversaciones son las que queremos dar. ¿Cuál es su ideología? Ustedes ven a la comunidad de la música electrónica como un espacio con potencial revolucionario para emanciparse y cambiar nuestras realidades. ¿Dónde se encuentra este potencial y cómo podemos cultivarlo? Desde que empezamos este camino vimos que el potencial que hay en la escena electrónica es que la pista de baile es un lugar ideado. Muchas veces sirve para celebrar la vida y es en donde siento el propósito que casi no está en otros espacios. La finalidad de estar en una pista de baile es bailar, y bailar para celebrar algo. Y esa celebración, esa pasión por la música es lo que nos lleva a estar ahí. Al final esas estructuras y esas identidades que hay afuera de la pista se disuelven porque en la pista de baile lo que importa es esa euforia. Por eso nos pareció un lugar tan revolucionario, porque al final la meta colectiva de estar ahí no es producir un capital (idealmente hablando), no es demostrar algo; es disfrutar. Y las conexiones que nacen a través de la música electrónica responden mucho a que queremos tener un espacio libre y en donde podamos estar tranquiles de todo lo que está pasando afuera. Por eso es que nos parece tan importante dar estos debates, porque ese es el ideal y es lo que en muchas ocasiones no pasa. Y empiezan a filtrarse todas esas violencia de afuera, y la pista de baile se convierte en un espejo de la sociedad misma, cuando tiene mucho potencial de no serlo, de ser un espacio auténtico en donde todas las personas quepan sin distinción de absolutamente nada. ¿Cómo funciona su proceso de aprendizaje y de debate para llegar a exteriorizar las ideas? ¿Cómo ha evolucionado su aprendizaje colectivo? Para hacer esa evaluación empezamos a entender, desde el 2018 (que fue cuando yo entré a Pez Alado), cuáles son esas dinámicas y tensiones de poder a través de los feminismos. Primero fue entender qué no sólamente hay una violencia de género en la pista de baile cuando un man ve que una vieja está muy rica y quiere sobrepasarse con ella. No es tan simple, no es sólo eso. Hay una relación de poder en donde él siente que tiene una ventaja sobre ella y que a ella no la van a proteger. Así mismo, el club o el bar van a preferir sacarlos a los dos y no atender esa violencia por mantener un estatus, y porque son conversaciones incómodas que no se quieren dar. O si vamos un poquito más allá, en un club en que el filtro de la puerta es discriminatorio selectivamente con personas negras o personas trans, no solamente es porque un bouncer de la puerta diga "A mi no me gustan esas personas". Es porque hay unas tensiones en las cuales se evidencía que para mantener un tipo de capital social, este club quiere filtrar y quiere dejar entrar sólo a personas blancas y personas cis. Eso le va a permitir tener un capital financiero. Así se estructura la manera en que la industria electrónica privilegia por encima de otras las vivencias blancas. Así sea un club latinoamericano en Bogotá, ciudad en donde claramente es más la cantidad de gente diversa. Y todo esto por cumplir unos estándares de afuera y caer en estos lugares que les van a permitir tener una ventaja a los ojos del mundo, respondiendo a unas dinámicas del Norte Global. Así son todos los procesos en donde nosotras evidenciamos estas vivencias. Me parece que es un trabajo muy necesario, porque no es conformarse con el bien y el mal. Nosotras vamos un poquito más allá de eso y por eso la herramienta de los feminismos es tan importante. No es como decir "Si, los que hacen esta fiesta son malos y hacen esto porque son malas personas" No. Las personas no son buenas ni malas y ya está. Hay todo un mundo detrás y eso también nos sirve para que sea un punto de reconciliación. Estas personas llegaron a este punto por estas tensiones y estas cosas que les hacen actuar de esta manera. Así podemos de alguna manera desestructurarlo y hacerlo de una manera distinta. ¿Qué retos o dificultades han tenido al tratar de hablar de estas cosas y de buscar nuevos caminos en estos espacios? Uf, pues ha sido un camino super largo. Ahorita en ECO es super distinto, porque cuando nosotras empezamos en Pez Alado esto era algo más difícil. A la gente no le gustaba mucho que nosotras habláramos de este tema: "Oye, no está tan chévere que hables de acoso en la farra o antes de una farra". No nos abrían tanto las puertas y era un poquito más difícil que nos aceptaran. Por ejemplo, cualquier propuesta de seguridad, así fuera cómo poner un cartelito afuera que dijera que “este es un espacio libre de acoso”. Antes eso era super impensable, provocaba respuestas como "no no, pero es que esto puede alejar a la gente, y no estamos seguros y …". Pero me parece que a través de los años, y no sólo gracias al trabajo que nosotras hemos hecho, sino también al “wokeness”, por decirlo así, que se dió desde la pandemia y las protestas de Black Lives Matter, fue que empezaron a exigirle a los organizadores [de las fiestas] a ser un poco más vocales. Todo está muy conectado. Pero si es un poco triste, porque tuvo que pasar en el Norte Global que estas personas fueran exigidas por una respuesta, para que aquí también pasara. Y eso también pasa por unas articulaciones que hemos hecho y pasa por el trabajo colectivo. Hemos encontrado que ha sido mucho más fácil hablar de las visiones que nosotras tenemos sobre la escena gracias a que nos hemos articulado con personas que están en este ecosistema y que dicen: "Parche, a mi también me interesa esto. Hablo en tu espacio y lo comparto". Así mismo ha sido un poco más fácil derribar esas barreras porque hemos encontrado aliados muy dispuestos a escuchar. Y no solamente otros colectivos. Por ejemplo, la primera vez que nosotras hicimos el ciclo de ECO, lo hicimos en Cartel Urbano, una revista que acá ya tiene una tradición cultural. No estábamos a la deriva, sino que a través del tiempo hemos cosechado y hemos construido unas relaciones muy fuertes con otras personas y otros colectivos. Muchas veces tratamos de existir en referencia a Estados Unidos o Europa (el Norte Global). ¿Qué perspectiva han encontrado tratando de enfocarse en el contexto colombiano y en la realidad inmediata que ustedes viven? Nosotras si tenemos unos referentes del Norte Global. Por ejemplo, tuvimos la oportunidad de acercarnos a algunas integrantes del colectivo Discwoman, porque hicimos una traducción de uno de sus artículos. Pero igualmente nosotras trabajamos de una manera horizontal y colectiva en la cual entendemos que hay unos puntos de referencia con el feminismo del Norte. Así mismo, nosotras empezamos a hacer una escuela interna para aprender sobre los feminismos latinoamericanos y entender que estas dinámicas van mucho con la teoría que ya se ha hecho acá. Eso nos permite ir un paso más allá y entender que no sólo son muy importantes las referencias y las inspiraciones, pero así mismo es importante que nosotras retemos constantemente esas referencias. Y es muy bueno que nos inspiremos y nos fortalezcamos tanto teórica como filosóficamente basándonos en autoras de acá mismo. Eso ha generado choques. Como cuando tenemos debates sobre la cancelación y sobre todas estas cosas que están pasando de violencias dentro de la industria musical, nos damos cuenta que no nos podemos quedar en el mismo discurso del Norte que es "Hago un post y te cancelo, te scratcho, te funo (acá decimos funar)” Con esto no estamos haciendo preguntas de fondo. Tenemos nosotras básicamente que repensar esos referentes y mirar como los cambiamos para que funcionen en nuestros contextos. Porque entendemos que si nosotras no hacemos eso, nadie más lo va a hacer y vamos a seguir en este ciclo de lo mismo, con las mismas violencias y dinámicas que al final no nos están permitiendo movernos hacia ningún lado. Su colectivo se movilizó cuando los ciudadanos de Cali sufrieron represión policiaca. En este momento, el enfoque cambió totalmente hacia poner el hashtag #SOSColombia y a apoyar a la comunidad. Me gustaría saber cómo vivieron este proceso y cómo se alimentó de lo que han trabajado en ECO, en este contexto político, social e histórico. Uf, pues esa fue una época muy complicada. Yo estaba en el colectivo de la universidad y en el colectivo de la localidad. Las manifestaciones fueron muy fuertes en Cali, y también se vivieron en Bogotá. Hay algunas integrantes de ECO que están afuera. Por ejemplo, Laura (Bitter Babe) está en Miami y Gabriela (Ela Minus) se la pasa viajando por el mundo. Ellas aún desde fuera sentían la angustia y nosotras acá también. Pasaban helicópteros todas las noches, todas las noches eran horribles. Las protestas en el día no sufren de tanta violencia policial, pero en la noche la policía se ponía mucho más agresiva. Entonces todo el mundo por redes sociales compartía, "¿Alguien conoce el número de derechos humanos de esta localidad? No aparece esta persona." Básicamente esa fue la vivencia. Y por lo que nos atravesó tanto fue que nos preguntamos ¿Qué podemos hacer a parte de compartir las historias? Era como que un llamado. Entonces comenzamos a pensar, “¿A quién le mandamos esto para que lo comparta? Vamos a hacer la investigación de cuáles son las grandes entidades o los grandes colectivos que están recogiendo la plata. ¿Y a dónde se está yendo esta plata? ¿Qué charlas vamos a dar por redes?” Esa fue la manera de nosotras de involucrarnos, haciendo ese activismo online. Pensar en algo presencial en Bogotá es muy difícil. Mi caso es cada vez que yo salgo a la calle, a la esquina de mi casa. A los tombos (los policías), no les importa que yo esté en la esquina de mi casa. No les molesta mandar una aturdidora y si a alguien le cae cerca o si a mi me cae cerca. Era una época de mucha precaución. Esa fue la manera en que mucha gente comenzó a entender que el Estado Colombiano estaba siendo cómplice y estaba siendo el directo violentador de las personas jóvenes y de estudiantes, y este es un tema muy difícil. También fue entender que a pesar de que estemos de fiesta, vivimos en Colombia y estas cosas nos van a afectar y estas cosas de alguna u otra manera están completamente conectadas a nosotros. ¿Cómo vamos a seguir disfrutando después de que esto se acabe? Otra cosa que me llamó la atención es que algunas integrantes de ECO no están en Colombia, pero aún así es su país y su contexto. Me gustaría saber cómo funciona esta dinámica en que algunas integrantes no están presentes. En lo personal es algo que me pregunto porque yo soy de México pero vivo en Estados Unidos y siento una responsabilidad hacia mi comunidad pero también no estoy ahí para vivirlo. Con Laura hablamos todo el tiempo, entonces es algo súper presente. La pandemia fue un gran aprendizaje para entender que nosotros habitamos el mundo físico pero también las redes sociales nos permiten habitar un mundo virtual/mental en donde básicamente estás en ese lugar. Entonces, a pesar de que ellas no viven acá, están muy relacionadas con su contexto. Yo creo un poquito más Laura porque Ela está en un ritmo de vida muy distinto, en una vida de tourear; no tiene tanto una vida de quedarse sólo en un sitio. Se relacionan mucho por las redes sociales, que a mi me parece que es una manera de habitar el país en el que no se está, porque igualmente siempre nos va a llevar a pensar en ese lugar así no lo estemos habitando físicamente. De igual manera, el camino de las personas que ya no viven acá que son de ECO, musicalmente fue en Colombia. Se formaron en esta escena y esas cosas quedan, calan y forman lo que son hoy en día. Y eso también es muy chévere porque nos pueden dar una perspectiva de lo que está pasando afuera que de pronto nosotras no podemos ver porque no estamos allá. Ahora quiero pasar a preguntarles de las fiestas que ustedes organizaron: el ECO Showcase y las fiestas de Sinergia. ¿Cómo se llevó a cabo la realización de estos eventos y cuál fue el resultado que ustedes vieron después de esa labor organizativa? La idea es que ECO es un colectivo que no sólo hace fiestas. No sólo nos importa lo que pasa durante y después de la fiesta, sino también lo que pasa antes. Desde el inicio de ECO, llevamos trabajando la idea de hacer un esquema de seguridad para la fiesta. Pero como te dije, nosotras hemos ido mutando las ideas a través de la experiencia que vamos recopilando. Entonces entendemos primero que es necesario que las personas que trabajan dentro de la fiesta reciban una capacitación, no sólo para que nosotras les demos toda esta información, sino para también escuchar cuales son las vivencias de las personas que trabajan de verdad en la fiesta, o sea no sólo el DJ. Yo soy DJ, entiendo que yo trabajo ahí, pero yo no trabajo toda la noche, yo no trabajo en la barra, haciendo la limpieza o como seguridad. Y estas son las personas que de verdad ven todo, que de verdad saben cómo se comporta la gente, qué les gusta, qué no les gusta, que pasa cuando consumen algo, que pasa cuando hay un problema. Entonces el ECO showcase se dio porque Video Club nos dió el espacio de hacer esta capacitación antes. La hicimos las integrantes Luisa Uribe y yo, y fue un espacio muy chévere porque fue escuchar experiencias de primera mano. Por ejemplo, había bartenders que nos decían "Bueno, pues llevo trabajando en esto 15 años entonces yo ya sé que pasa cuando una persona toma y pelea con la pareja. Yo ya se que pasa cuando un grupo de amigos pelea y uno se queda lejos y se pierde la fiesta". Entonces tienen toda esta experiencia y conocimiento a partir de las vivencias que nos sirve mucho para entender cómo direccionar este protocolo. Fue como se vivió este primer ECO showcase, que obviamente también tuvo la cuota musical (Cashu de Mamba Negra). Tuvimos la oportunidad de hablar con Cashu y de ver como ellas estaban configurando la fiesta de Mamba Negra. Fue algo super nutritivo entender cómo es que vamos a producir una farra y la paciencia que requiere. Lo que nos decía Cashu es que la gente quiere todo ya, la gente quiere hacer una fiesta y totearla ya y tener los artistas internacionales de una vez y ella respondía "No, primero hay que empezar chiquito y permitir que la fiesta se vaya construyendo a través del tiempo. Esto puede tomar cuatro, cinco años para de verdad traer artistas de fuera y para que la audiencia de esa fiesta entienda las dinámicas respetuosas y le tenga cuidado y amor a ese espacio”. Que sea un espacio de cuidado en donde les importa realmente lo que le está pasando a las personas de al lado. Eso es realmente como se teje una comunidad. Porque la intención es crear un espacio de cuidado y no uno donde voy a tener diez inversores para traer al artista top de afuera y que sea una vaina así, porque no es tan orgánico. Es respetable, sí, ¿pero cuál es el propósito de eso? Esa fue la manera en que el showcase de ECO en Video Club pasó. Después Sinergia fue una idea un poco distinta porque los dos Sinergia los hemos hecho en alianza con la Curaduría: un colectivo/productora de eventos en Bogotá. El primero lo hicimos en la Casa de la Paz, que es una casa de excombatientes y de desmovilizados del conflicto armado de Colombia. El espacio está ideado para que las personas puedan tener su taller, emprendimientos y también venden productos artesanales hechos por desmovilizados. La idea era llenar la fiesta, llenar la casa de gente, y recoger plata para la Casa de la Paz, y de paso nos prestaron el espacio para que antes hiciéramos un conversatorio sobre la fiesta como una herramienta política. Invitamos a mujeres que llevaban trabajando este tema desde hace un tiempo. Ya después nos dimos cuenta que podíamos replicar este modelo de conversatorio y después de fiesta en un lugar en el que nos permitieran dar una capacitación y que estuviéramos muy pendientes de todo lo que estaba pasando en el espacio. Así fue que hicimos el Sinergia 2, pero este lo hicimos en Medellín. Fue un conversatorio sobre la latinidad, en el cuál pudimos invitar también aliades que llevan trabajando en hacer fiestas y en tener sellos de música desde hace mucho tiempo. Esto de la latinidad nos llama mucho la atención ahorita que está muy en auge el "yo soy latino", el sabor, el dembow, el reggaeton y todo esto que va un poquito más allá de la moda. A través de este proceso, ¿qué significado ha cobrado la comunidad para ustedes? ¿Qué representa, qué significa en realidad? Luego decimos la escena, ¿pero qué es la escena? Y me parece muy padre que estés hablando de los empleados del club, los bartenders, los empleados de seguridad, etc… porque ellos también forman parte de esta comunidad y muchas veces los invisibilizamos y no los incluimos en parte de este proceso colectivo. Esa pregunta me parece muy bonita porque yo creo que el cambio verdadero viene desde ahí, de entender que la escena y la comunidad (eso es lo que venimos diciendo desde las interdependencias), viene de que todos estamos absolutamente conectados y no podemos asumir que lo que pasa en una esquina de la fiesta no va a influir en lo que pasa en mi esquina de la fiesta, porque no son esquinas diferentes. Por eso mismo es tan vital tener estas conversaciones en donde nos demos cuenta de que todos estamos íntimamente conectados y a la vez somos individuos por separado y eso mismo hace que sea aún más prioritario tener un cuidado por el otro, un cuidado colectivo. Yo creo que la palabra “escena” está un poco muy manoseada porque hay escena, pero no hay comunidad. La comunidad viene a través de la conciencia de las personas. Yo importo, yo como individuo claramente tengo que velar por mi integridad y por mi seguridad, pero las personas que están bailando conmigo también importan. Cuidándome a mí, tengo que tener ese cuidado por las demás personas. Si yo estoy llegando a un club a las 10 de la noche y yo no llego, y yo no saludo al man de la puerta, a la señora de los baños, a la señora de la barra, "¿Cómo estás? ¿Qué tal?" es porque ignoro su rol en la fiesta. Llego a tocar, trabajo tres horas y después me voy a farrear. Pero estas personas se quedan toda la noche, hasta el final y son los mismos que nos dicen "Buenas noches, que estés muy bien". Todo el tiempo están pendientes. Desde ahí hasta entender que si estoy en la pista de baile con mi grupo de amigos y todos deciden consumir algo y alguien está en mal estado, sea mi parcero o no, yo voy a estar pendiente "¿Estás bien? ¿Necesitas algo? ¿Necesitas agua?" Y así mismo si yo voy a consumir algo, no sólo tengo que velar por mi bienestar y por mi responsabilidad. Yo vine a bailar, no vine a estar mal. Si estoy completamente consciente de que este es un espacio que hay que cuidar y querer, tomaré decisiones con mayor cuidado colectivo. Yo no creo que sea romantizarlo, siento que es verlo desde una perspectiva de hacer las cosas con amor. Porque al final es un espacio diferente, y en todos lados uno tiene que hacer las cosas con amor pero más en este porque es un pequeño pedacito que nos queda afuera del trabajo y de las otras instituciones que son muy exigentes con sus expectativas. Si tenemos este espacio chiquito a veces los fines de semana, pues cuidemoslo, tratémonos bien y cuidémonos bien entre todos. ¿Cómo se ve la visión de ECO para ustedes en los próximos años? A mi me gusta mucho que hemos ido mutando y aprendiendo mucho, entonces yo espero que sigamos construyendo más alianzas. Lo que me ha gustado mucho de este año y del año pasado, es que por ejemplo ahorita hubo un showcase de un colectivo que es muy cercano que se llama Tratratrax, en el que yo tuve la oportunidad de tocar. Vino el mejor amigo de Laura a tocar con otro chico de fuera, y me parece tan chévere tener estos espacio en donde uno puede hablar con gente de afuera que se la pasa tocando y evidencian que tienen ese mismo deseo de que la pista de baile sea este espacio sanador. Y no sólamente sanador, sino de celebración consciente. Eso me parece muy bacano. Lo que yo espero es que sigamos haciendo proyectos que nos permitan articularnos con más y más personas. Eso me parece lo más valioso, lo que a mí más me gusta. Me gusta mucho ver más gente interesada y apasionada por esto, no solamente por la fiesta sino por construir este espacio, agenciárcelo y apropiarselo porque eso es lo más importante, y que empiecen a pensar en los otros. Ayer por ejemplo estaba hablando con una amiga y decíamos "Parce, es que cuando las cosas salen mal en la fiesta la gente no se da cuenta que todos salimos perdiendo". Las personas más beneficiadas de una buena fiesta son todos pero también es la gente que quiere salir a bailar, que quiere salir a conectar, a celebrar y a construir una realidad mucho más bonita. Entonces yo lo que espero de ECO, y lo que esperamos, es seguir creciendo, seguir trabajando y seguir abriendo puertas. Yo tenía mucho está idea cuando empecé en este camino de la música electrónica. Para mi fue como una revelación, “Con esto yo y todos vamos a cambiar el mundo” (risas). Entonces mi visión ha ido mutando un poco. De vamos a cambiar el mundo a vamos a construir otro mundo en este mundo. Vamos a crear otro espacio y vamos a poder habitarlo y cuestionarlo y va a estar bien. Ese es el horizonte que espero que se tenga. Qué bonito. Si se veía muy buena esa fiesta, me gusta mucho lo que hace Tratratrax. Uy si, estuvo muy chévere. Y es tan chévere cuando la gente está un poco más abierta a otras propuestas sónicas, que eso también es algo que ha ido pasando en ECO. Cuando hablamos de la latinidad y todos estos espacios de siempre, hacemos una invitación al público, a la pista, a la gente que habita la pista: rétense, investiguen, no se conformen. Porque también eso es lo chévere de la música electrónica: es un género que puede ser tan diverso, tan mutable, tan adaptable a cualquier cosa, es tan líquido en un sentido que nosotras tenemos la responsabilidad de estar en ese constante aprendizaje. Creo que en esa fiesta tocó Verraco y recuerdo haber leído en alguna entrevista que odiaba que la gente pensara que toca reggaeton por ser latino cuando quiere hacer más que sólo eso. Siempre hay muchos prejuicios pero también muchas posibilidades de cómo podemos hacer la música en Latinoamérica como nosotros queramos. Me parece igual chévere como el reggaeton se ha reivindicado un poco al igual que la guaracha. Lo que pasa es que acá en Bogotá, no se si pase también allá en México o Estados Unidos, mucha gente dice "Nah, a mi me gusta el techno y la electrónica, y a mi no me puede gustar el reggaeton y la guaracha, son horribles. Son algo alejadísimo y no me gustan". Pero parce, todo bien. Es música igual y es música chévere. Es no discriminar géneros. Siento que todos los géneros musicales tienen sus cosas buenas y sus cosas malas. Por ejemplo están la ranchera y los corridos, que tienen una gran carga política y simbólica. Pero la música electrónica abre la posibilidad de que por medio de la tecnología nos podemos apropiar de esos sonidos y volverlos lo que nosotras y nosotros queramos. Te puede gustar la guaracha, te puede gustar el reggaeton, te puede gustar el techno. En una pista de baile como Video Club puede sonar techno, puede sonar guaracha, puede sonar salsa, puede sonar lo que sea porque ese no es el punto, el punto es que estemos asombrándonos siempre de esta música que nos gusta mucho. Básicamente ese era el comentario final de esas experiencias que a nosotras nos parece muy importante, música tanto para la pista como por fuera de la pista de baile, pero que siempre esté sujeta a ese deseo de seguir descubriendo. ¿Para la gente que esté leyendo esta entrevista, de qué manera podemos apoyar a ECO y llevar a cabo la visión que tiene? Primero, seguirnos en redes, porque ahí nosotras compartimos algunas cositas. Pero más que todo, yo siempre y nosotras siempre invitamos a que la gente se tome un tiempo para pensar, para entender qué está sintiendo y para pensar en la gente de afuera. Yo siento que el mundo corporativo e institucional nos arrancan pedazos de ese momento de querer sentarnos y pensar “¿Qué sentí esta noche? ¿Qué está pasando y por qué? ¿Qué estoy viendo?”. Tener esa agencia de realmente tomarse el tiempo de reflexionar. Obviamente es una reflexión y una crítica más allá de un juicio de valor, es una crítica que nos permita crecer, que nos permita cambiar cualquier cosa con lo que nos sintamos inconformes. Las personas que estén leyendo esta entrevista no son sólo de Colombia, sino de otros países, y en todos los países, en todos los lugares, vivimos bajo este sistema neoliberal horrible. Por eso siempre hay espacio para la crítica que nos permita cambiar algunas de esas dinámicas. Yo creo que eso es lo bonito de crear comunidad y colectividad a través de la música electrónica: que podemos poner estas cosas sobre la mesa para llevárnoslas no sólo a la pista de baile sino para pensarlas también en la casa. ENGLISH |
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July 2023
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